Para los años sesenta llegó a Mantecal, aparentemente procedente de Valencia, Luis Salazar, quien fijó residencia en el pueblo, en la casa que hoy ocupa Doña Juana Aguilera.
Se estableció con su familia en este terruño donde abrió una bodega que expendía alimentos y es posible, que la primera sala de cine de la época haya sido en los corredores de su casa donde proyectaba películas. Por razones de vida debió dejar el pueblo junto con su familia.
La cronología de la gran pantalla se remonta a Don Eduardo Guadrón, que vivía diagonal a la que es actualmente la casa de Fadlala.
Poco tiempo después de la iniciativa de Salazar, Don Eduardo Guadrón creó un lugar de esparcimiento proyectando películas en el interior de su casa, en los corredores, donde asistían algunos habitantes a contemplar sus proyecciones.
Pudiéramos indicar que esta es la primera etapa del cine en Mantecal, con proyecciones domesticas y elementales.
Para el año de 1966 se inicia una nueva era del cine en Mantecal, cuando el Señor Pedro Miguel Garbiz acondiciona un local para su funcionamiento. Este local tuvo un nombre: "Cine Caicara".
Estaba ubicado donde actualmente queda Inter Plaza, en un local que se acondicionó para el propósito, con calles de tierra en su entorno como las que tenía todo el pueblo.
El Cine Caicara tuvo una capacidad aproximada para 200 personas sentadas en bancos de madera sin espaldar. El suelo por supuesto de tierra y el techo de zinc. Las paredes de barro y una pantalla gigante construida de tela blanca donde se proyectaron las películas que recrearon a la población.
Este cine fue posteriormente arrendado al Señor Aladino León, mejor conocido como Landía. Él y su hermano, a quien por cariño llamaban Papito, daban vida al cine. Papito se encargaba de manejar el proyector de películas y arreglar el cartelón.
Diariamente se proyectaban películas a excepción de aquellos días, que no había transporte para llegar al pueblo con el tiempo suficiente de ejecutar los arreglos necesarios para las funciones.
En ocasiones, las películas se trasladaban en transporte particular, sin embargo, estaba a cargo de ese servicio el transporte Bravos de Apure, que salía de San Fernando, la capital del estado, hasta Mantecal.
La industria cinematográfica vive una época de consolidación de grandes actores y directores tanto de los Estados Unidos y Méjico. Es así como las películas vaqueras (americanas y mexicanas) llegan a conquistar la sala mantecaleña. El humor y amor no se queda atrás con Cantinflas, Resortes, Pedro Infante, nombres destacados en las funciones matiné de 6 de la tarde.
El cine Caicara contaba con parlantes que difundía música para alertar a la población de una próxima proyección. Asimismo existía un "póster" o cartel donde se colocaba la leyenda de la película: nombre, actores y la imagen. El cartel se paseaba por las calles a partir de las 4 de la tarde y los jóvenes interesados en pasearlo tenían entrada gratis a la proyección del día.
El costo del ticket de entrada era de un real (0,50 céntimos de bolívar).
Avanzando en la historia del cine Caicara, pasó a manos de Elio Aguilar, quien lo mantuvo funcionando por unos meses más hasta que cumplió su tiempo de vida.
Al paso de los años abrió las puertas otro local de proyecciones de películas el cual funcionó al lado de la casa de Doña Vidal y era administrado por el Padre Américo.
Mantecal tuvo sus épocas entretenidas de cine y los jóvenes, en cada época de su existencia, pudieron disfrutar del séptimo arte en estas tierras alejadas de la capital.
En pleno siglo XXI Mantecal carece de esta posibilidad.
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